Los Apóstoles on tour. Itata misterioso…

A las 7 de la mañana en punto hace algunos sábados salimos desde la ciudad de Santa Cruz, en el Valle de Colchagua rumbo al sur.
Nuestra primera estación es Viñas Inéditas, un proyecto del enólogo chileno Juan José Ledesma. La bodega se ubica en el sector de Nahueltoro, Provincia de Ñuble.
El rescate de cepajes antiguos, como el Malbec de San Rosendo y el Cinsault de Itata, ha sido su preocupación constante. De la misma manera, la innovación y la búsqueda de soluciones creativas a los problemas técnicos y comerciales de la vitivinicultura del sur, han sido el camino que ha conducido al proyecto Terroir Sonoro.
Juan José asegura que hace vinos con música pues esta mejora el proceso de envejecimiento y de maduración de sus mezclas. Sometiendo al vino a una pista sonora sus características resaltan. Usa jazz en el caso del Cabernet y sonidos algo más roqueros para destacar las notas duras del Malbec. Instaló un equipo de sonido con cables que lo comunican con cada barrica y dentro de ella hay un parlante que reproduce una pieza musical compuesta para cada cepa.
Por eso en otra bodega tiene los mismos Cabernet y Malbec que reposan en barricas con parlantes, pero que siguen el proceso normal. Este producto servirá para comparar si los vinos son receptivos al «terroir sonoro» -como lo denomina- que les entrega la música.
Durante la visita tuvimos el gusto de catar su portafolios de vinos maridados con salame, queso, paté de trufas y pan integral.
Zona de bandidos.
Seguimos nuestro camino hacia los Altos de Guariligue, invitados por el Bandido Neira (Felipe Neira) a sus tierras, la Viña de Neira, que tiene su origen desde tiempos de la independencia de Chile. Gente antigua del lugar de los altos de Guarilihue, en los tantos relatos nocturnos, cuenta que por allá por los años 1817 el líder José Miguel Neira (más conocido como el bandido de Neira) antes de ser fusilado ordenó a su familia huir al sur de Chile. Se cuenta que la familia se asentó entre el río Itata y el río Bio-Bio para continuar con su tradición de cultivos y producción de vinos.
Se define este sector como una de las más impresionantes de la Cordillera Costera, única en su paisaje por la presencia de viñedos de vieja tradición con fuertes quebradas y cultivos en terraza. En esta parte del Sur de Chile la familia “de Neira” produce sus vinos de las cepas: Cinsault, Moscatel de Alejandría, Pais, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon.
La familia Neira nos esperaba acá con una gran cazuela de ave como las de antes, con trigo partido, pebre y pan amasado, previa entrada de machas en salsa verde, todo maridado con vinos de sus amigos de Viñas Riveras del Chillán y por supuesto los de Viña de Neira. Recorrimos además una hermosa foresta nativa con especies arbóreas de más de 500 años de antigüedad el cual le confiere una belleza única en éste rincón de Chile. Finalizamos la jornada con un el espumante Bandido Neira descorchado por Felipe con una técnica llamada “sabrage” y consiste en abrir una botella de espumante con una espada o instrumento similar. Se atribuye su uso a los soldados de Napoleón.
Disfrutamos también visitando la llamada “Toscana chilena” desde el mirador de la Viña Mirador del Valle, de Lucía Torres, en Cerro Verde, donde tuvimos además el placer de degustar su premiado espumante de Moscatel del proyecto asociativo Brutall.
El Km. 0 del vino chileno.
Después de un descanso reparador, el domingo participamos de una actividad organizada por el enólogo Demy Olmos, de la Municipalidad de Coelemu, previo contacto de Felipe Neira de Vinos de Neira. Con el conocimos el proyecto Vinos de Patio, una gran iniciativa que reúne a productores del secano costero del Valle del Itata.
Literalmente, en la punta del cerro en Guarilihue, compartimos con los productores del llamado “Itata Profundo”, con una exquisita tabla de quesos y embutidos degustamos vinos de la serie Vinos de Patio.
Más tarde la familia del viñatero Herman Díaz no sorprendió con un espectacular pastel de choclo maridados, obviamente con sus ricos vinos.
En la tarde Demy nos llevó a conocer Trifulca (tinto Cinsault), el emprendimiento del productor Cristián Lagos junto a su esposa Teresa Ulloa, en Guariligue Alto, más de 500 años de historia de una zona que es calificada con las raíces más antiguas del cono sur.
No hay otro paisaje vitivinícola igual en Chile. Su tradición vinícola se remonta a más de 400 años y donde todavía pueden verse pequeñas parcelas con viñedos de cabeza esparcidos entre los pinos. Con una ruta incipiente que poco a poco incorpora al turismo dentro de sus actividades, Itata guarda en sus viñedos la historia de la viticultura chilena. Se extiende por unos 100 kilómetros, entre las ciudades de San Carlos por el norte y Bulnes por el sur, en la provincia de Ñuble. Los viñedos, de variedades rústicas, como el Moscatel, el País y el Cinsault, se han adaptado perfectamente al suelo y el clima del valle, conformando grandes extensiones de vides sin alambres ni espalderas.
Desde el Valle del Itata provienen algunos de los vinos más osados de Chile, algunos pequeños productores se han atrevido a incursionar en el turismo, mostrando procesos de vinificación más artesanales y rescatando tradiciones. El pipeño es uno de esos grandes ejemplos, que de vino de garrafa, pasó a ser una importante referencia nacional en tiendas especializadas de importantes ciudades del mundo. Vale la pena visitarlo, los Apóstoles agradecen de corazón las atenciones recibidas en esta hermosa zona.
Hermoso video realizado por la Municipalidad de Coelemu registrando nuestra visita.