Vino Medieval
Durante siglos, en el castillo aragonés de la isla italiana de Ischia plantaron viñas y tuvieron bodegas propias, como para autoabastecerse de vino si estaban sitiados o aislados.
[dropcap]L[/dropcap]a isla de Ischia está ubicada a la salida del golfo de Napóles, en lo profundo del sur de Italia. Navegando desde la pequeña isla de Procida, son treinta minutos de ferry. El accidente geográfico más importante que se divisa desde el mar es el monte Epomeo, un volcán de unos 800 metros de altura, primo hermano del cercano Vesubio, y que estuvo activo por lo menos hasta el 1300, aproximadamente.
El Castillo Aragonés (o Castello Aragonose), en enorme estructura fortificada sobre un antiguo islote. Según datos históricos locales, lo primeros que usaron la fortificación fueron los siracusanos en el siglo V antes de Cristo. Luego pasaron, como en casi cualquier isla del Mediterráneo (en este caso, del Mar Tirreno), los siglos, los pueblos y las guerras. Romanos, fenicios, cartagineses, normandos, turcos otomanos y piratas pusieron el pie en Ischia, hasta que hacia mediados del siglo XV, mientras Cristóbal Colón se adentraba en océanos desconocidos, los aragoneses apuntaban para el lado opuesto y conquistaban Ischia, Sicilia y la provincia de Nápoles.
En 1441, el rey Alfonso de Aragón ordena fortificar los muros y crear propiamente la estructura del castillo que se conserva hasta la actualidad. Recorrerlo es viajar en el tiempo y experimentar las bondades y los peligros del sitio. En la parte más alta del castillo hay una terraza con una vista exuberante del mar, que bien se podía transformar en una imagen terrorífica si en el horizonte se divisaban velas de barcos enemigos.
Como el castillo era un lugar acostumbrado a estar sitiado y aislado, y a enfrentar amenazas que podían durar años, los aragoneses diagramaron una estructura edilicia parecida a la de una pequeña ciudad: iglesias, cementerios, habitaciones según el rango social, jardines, entre otros. Hacia el siglo XVIII vivían más de cuatro mil personas en el castillo. [pullquote-right] El agliánico, un tinto clásico de la región de Campania [/pullquote-right]
Para una cultura mediterránea el vino era fundamental. Los aragoneses mandaron cultivar vides y construir una bodega, que se mantiene hasta hoy en pie aunque ya no produce vino. Es difícil adivinar cómo era el vino que producían, aunque se cree que plantaban una de las cepas clásicas de la región de Campania: el tinto aglianico. En la isla de Procida, provincia de Nápoles (región de Campania) existe un Beneventano 2012, vino de gran color púrpura profundo, abundantes frutas rojas y toque levemente acanelados.
Como para pasar un par de años sitiado.
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